Hablar de yoga y de meditación es en realidad hablar de lo mismo, el denominador común de ambas es la consciencia momento a momento. Lo que varia entre unas formas de yoga y otras es en como se despliega esa consciencia y en las técnicas utilizadas. En el caso del raja yoga, la sentada de meditación es la práctica esencial. Es importante señalar que los llamados ejercicios de meditación son en realidad ejercicios de cultivo o desarrollo de la atención. La meditación no es un concepto ni una técnica sino un proceso de totalidad que surge de forma espontánea. La verdadera meditación no se puede practicar sino que sucede cuando se dan las condiciones oportunas. Mediante el proceso de atención, concentración e interiorización se prepara la situación idónea para que la meditación suceda de forma natural. La naturaleza profunda de cada ser humano es pura meditación.
La meditación nos está siempre pisando los talones, aunque no lo veamos. No es un fenómeno extraño o raro. Todos los seres humanos a lo largo de nuestra vida experimentamos de forma ocasional estados meditativos o atisbos de este estado, quizás contemplando un bello paisaje, dando un paseo, en una relación amorosa, escuchando música o en cualquier otra situación. Son momentos en los que tenemos la sensación de haber vivido con intensidad.
La meditación nos permite ver la talidad de las cosas, es decir como son en realidad, ya que en esta experiencia cesan todos los condicionamientos y podemos VER en profundidad. La meditación saca a la luz muchos aspectos de nosotros mismos, nos pone en bandeja nuestras obsesiones, resistencias a la vida, dolores existenciales, aburrimiento, pero también nuestra felicidad innnata, la compasión, la humildad, la sabiduría.
Meditar es un proceso de vaciarse de todo aquello que no es nuestro, es un proceso de morir y renacer para poder vivir de una forma más autentica. A través de la meditación se adquiere madurez y empezamos a darnos cuenta de que muchas veces no vivimos realmente nuestra vida sino que somos vividos. La meditación nos enseña a apreciar las cosas más esenciales y a percatarnos de cuales son las verdaderas preguntas que vale la pena contestar. Meditar es aprender a dejar ir y a dejar venir, es decir fluir con lo que la vida nos va ofreciendo a cada momento.
La práctica habitual se realiza sentado en alguna de las posturas habituales pero la actitud meditativa se puede llevar a cualquier acción de la vida cotidiana, de hecho todas las escuelas de meditación han recalcado la importancia de llevar la meditación a la vida diaria, la esencia es prestar atención a lo que se está haciendo de forma relajada, con presencia, saboreando el momento. Ya sea lavar los platos, hacer la comida, etc. Cuando se incorpora la atención relajada a nuestras actividades habituales el día se vive de otra manera. Gracias Al poder de la atención todas las experiencias aparecen en la conciencia como algo fresco, nuevo, transformador. Si prestas atención a ti mismo (cuerpo, mente, respiración) y a los fenómenos de la vida cotidiana te darás cuenta de que cada día es distinto, tu mismo no eres la misma persona que ayer. Tu respiración de ahora es distinta que la de hace unos segundos, de los millones de árboles que hay en el mundo no hay dos exactamente iguales, ningún atardecer es igual al anterior. La atención permite que la mirada interior se vuelva más profunda, más sabia.
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Fernando Pardo (Sannyasin Chaitanya)
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